
Cristo nos ofrece el paso
Hoy es el cumpleaños del mundo.
Es la fiesta que celebra el nacimiento de un mundo nuevo.
Este es el día en que actuó el Señor: aleluya, aleluya, repetimos en el salmo responsorial de la misa del domingo de pascua.
Sí. Este es el día por excelencia.

El día que ha hecho el Señor.
Los demás días los hemos hecho nosotros. Son obra nuestra.
Los días de la traición, del abandono, de la huida, de las negaciones, del odio, de la cobardía, del pecado, los hemos inventado nosotros. Forman parte de nuestro viejo calendario.
Hoy, por el contrario, es el día creado por el Señor.
Es la primera mañana del mundo.
Es el primer día de la nueva creación.

Nosotros hemos inventado las tinieblas. Él nos ofrece la luz.
Nosotros hemos acumulado suciedades. Él nos inunda de agua purificadora.
Nosotros hemos buscado la muerte. Él nos regala la vida.
Nosotros hemos elegido el pecado. Él ha reaccionado con la misericordia.
Este es el día del paso. Paso del hombre viejo al hombre nuevo.
Pascua, literalmente significa paso. Ahora bien, Cristo es nuestro paso.
Él es nuestro paso. Nos ha hecho desalojar un mundo viejo, para introducirnos en la tierra prometida.

De nuestra miserable contabilidad al reino de la gratuidad.
A través de este paso hemos salido de la celda oscura y a dura penas los ojos logran soportar la luz que encontramos a la salida.
Cristo, hoy, nos ofrece su día
Hoy, cada uno de nosotros es un principiante. Esta es una estación de partida
Alessandro Pronzato.
