
El pan de Tiberíades
Con el pan de sus manos,
con un pez en las brasas,
al frescor matutino
el Señor invitaba.
Acercaos, amigos,
que esperando yo estaba.
Memorial y Evangelio
era el lago y la barca,
por aquí las parábolas
y las gentes sanadas.
Acercaos, amigos,
a la mesa de Pascua.
Se ha sentado la iglesia
a Jesús arrimada.
Era el cielo y la tierra
y una lumbre muy cálida;
la divina presencia
era el hombre que hablaba.
Y era de Eucaristía
el convite del alba:
y es el pan y el coloquio
y dulzura que sacia,
descansar a tu lado
tras la noche bregada.
¡Oh Jesús de la paz
en el pecho palabra,
oh silencio de amor
cuando aguardas y callas,
oh delicia y latido
cuando tocas el alma!
Desde el lago querido
suban voces de gracias.
Por ti canten los montes
y las límpidas aguas,
oh Jesús que te quedas
y tu Cuerpo regalas. Amén.
P. Rufino M. Grández ofm. cap.
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