El milagro del cambio de mentalidad y de trato de los apóstoles lo hizo
Jesús Resucitado, su encuentro con Él, que los impresionó hondamente
haciendo que se sintieran felices y mejores. ¿No han tenido ustedes
alguna vez una experiencia parecida, que por unos días los ha llenado de
paz y de felicidad?
El diálogo de Jesús con Pedro, además de la
delicadeza exquisita del trato, llama la atención por la inusual
condición que le pone para hacerlo Pastor de su Iglesia: si le ama
Cualquier otro habría pedido los requisitos habituales de buena salud,
capacitación, experiencia, rendimiento
Jesús pide ante todo amor, la
opción y decisión de quererlo a Él por sobre todas las cosas, incluso su
propia vida, y de seguirle de corazón y dispuesto a todo. Pero también
la convicción de que lo más importante en su vida y pastoreo de la
iglesia tendrá que ser el amor: el amor que se hace misericordia
Simón,
hijo de Juan, ¿me quieres? Tres veces pregunta Jesús a Pedro si le ama
de verdad, como tres fueron las veces que Pedro negó a Jesús. Nunca se
cansa Jesús de nosotros. No da a nadie por perdido. El pecado no cambia
su corazón entrañable y lleno de ternura, capaz de dar amor y pedir
amor. Insiste, una y otra vez, hasta que se restablezca la relación de
confianza en Él.
Las razones de mi esperanza están en tu amor, Jesús. Gracias.
Señor,
tú conoces todo, tú sabes que te quiero. El amor verdadero no engaña.
El amor verdadero es humilde. El amor verdadero brota de los ojos
deseados que están dibujados en las entrañas. El amor verdadero se
manifiesta en el abandono confiado. El amor verdadero hace verdadera la
oración. Afortunadamente, gracias a Jesús, los pecadores podemos volver a
estar enamorados de Él.
Jesús, tú sabes que te quiero.
Apacienta
mis ovejas. Apacentar es llevar en los labios un relato de salvación,
es tener como meta la compasión, es escuchar el latido de otros
corazones y abrir en ellos brechas para que entre la vida de Jesús, es
amar de tal modo que Jesús pueda cuidar del mundo. Toda misión
apacentadora se fundamenta en el amor de Jesús, recibido y dado
gratuitamente. Quienes han experimentado la mirada amorosa de Jesús en
su pecado, pueden cuidar de la vida de los pobres, los pequeños, los
enfermos.
Jesús, pones tu misión en mis manos. ¿Cómo es que confías tanto en mí?
Albina Moreno
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