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13 Domingo del tiempo ordinario
. Evangelio Marcos 5,21-43
Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió
mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago
Mi niña está en las
últimas; ven, por las manos sobre ella, para que se cure y viva
Jesús entró
donde estaba la niña, la tomó de la mano, y le dijo: Talitha qumi. Orar es pasar a la otra orilla, donde está Jesús, y
quedarnos con Él. Este camino nos lo enseña el Espíritu.Jesús está. Cada uno busca su propio camino para encontrarse
con Él. El jefe de la sinagoga nos sugiere unos pasos preciosos para estar con
Él: acercarnos a Jesús, mirarlo, sentarnos junto a Él, rogarle con insistencia
por la vida en peligro.
Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.
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A veces la oración es un grito, se nos va la vida, buscamos a Jesús para que nos sane. No hay tiempo que perder. Que Jesús nos toque con sus manos. Que toque a los que están en peligro. Que toque con su vida los socavones que va abriendo la muerte.
Jesús entró donde estaba la niña, la tomó de la mano, y le dijo: Talitha qumi.
Jesús levanta nuestra débil esperanza, tan aplastada. Toma nuestra mano, desvalida, y la fortalece. Así cura nuestras heridas secretas. Levántate, nos dice. Su abrazo nos anima. Saca las sombras de nuestro interior, aleja de nosotros la indiferencia, nos convoca al encuentro con Él. Hoy, con el evangelio en la mano, vemos que la fe cura y salva. Y que las ideas, sin fe, a veces esclavizan y matan. La fe es la condición imprescindible para la actuación de Dios. Y, hay que reconocerlo, preferimos abandonaros en manos de lo inmediato, echarnos en los brazos de la simple y pura ciencia antes que confiarnos exclusivamente al Señor.
Pidamos al Señor que nuestra fe sea inconmovible y confiada. Que nada ni nadie nos aleje de Él. Sólo Él puede sacarnos de situaciones que dificultan nuestra felicidad. ¿Tienes fe? nos pregunta el Señor; sanarás, te recuperarás, brillará de nuevo en ti la alegría de vivir.
¿Tienes fe? Entonces no te faltará auxilio en los momentos
en los que, por debilidad o enfermedad, veas que la vida se te escapa
irremediablemente
¿Tienes fe? Cuídala. Con una oración sincera. Con la escucha de la Palabra de Dios. Con la contemplación. Con el agradecimiento a Dios por haberte hecho hijo suyo por el Bautismo.
¿Tienes fe? No te des por vencido en las causas nobles. Lucha con toda tu alma para que, el mundo que te rodea, deje de ser un flujo de injusticias, de sangre o de desencanto.
¿Tienes fe? ¡Entonces, el Señor, te necesita! Eres de los suyos. Ofrécele, tu fe, como respuesta.
¿Tienes fe? Entonces pídele a Cristo que te conceda vida abundante y de la buena. No esperes a estar enfermo para recurrir a Él y, si te llega la debilidad, entonces que te encuentre fuerte en tus convicciones y confiado en su persona.
A lo dicho que, nuestra Iglesia, no es un servicio de pompas fúnebres sino una casa donde la vida sacramental nos llena de ilusión, valor y coraje en todos los instantes de nuestra vida. ¿Su secreto? ¡Cristo sanador! ¡Cristo salvador!
Albina Moreno