
Apenas se bautizó Jesús
se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios
bajaba como una paloma y se posaba sobre é
En el Jordán, encontró la plenitud del Espíritu y comenzó a caminar de otra manera. El Jordán es la fiesta del Espíritu, la posibilidad de nacer de nuevo. Hoy nos acercamos al Jordán para que Jesús nos bautice con su Espíritu y nos toquen por dentro las realidades del Reino. El Espíritu actúa desde lo más profundo de nosotros mismos; desde los adentros reanima nuestra llama de amor, revitaliza nuestra escasa fuerza, recrea nuestra comunión con todos, afianza nuestra esperanza.