2º Domingo del Tiempo Ordinario.
Evangelio: Juan 1,29-34
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo
Lo que Cristo quiere es que cada uno de sus seguidores, cada uno de nosotros los que nos llamamos cristianos, luchemos contra el pecado del mundo, contra el desamor, individual y socialmente. Que amemos nosotros de verdad, con obras, a nuestros hermanos, y que luchemos, con amor y por amor, contra el pecado social y estructural del mundo en el que vivimos. Los cristianos no podemos conformarnos con ser nosotros individualmente buenos, debemos luchar activamente contra el gran pecado estructural, contra el pecado del mundo, contra el pecado del desamor.