Domingo tercero de Pascua -
Evangelio Lucas 24,35-48
La Palabra de Jesús cura nuestra tristeza, nos da la paz, nos hace nuevos.
Seamos testigos de Jesucristo resucitado. Jesús les pide a los discípulos, también a nosotros, que sean testigos de la resurrección, que anuncien la conversión y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén. Testigo es aquél que no sólo ha visto o ha oído, sino que sobre todo ha experimentado algo que ha transformado su vida. Entonces no le queda más remedio que comunicarlo a todos. Podemos preguntarnos: ¿Cómo puedo ser testigo aquí y ahora de la experiencia de Cristo resucitado?
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Que, si ahora todo es luz,
sin ti y cuando te vayas, volverá a ser oscuridad
Que, si ahora veo tu grandeza,
sin Ti y cuando te vayas, sólo tocaré mi pobreza
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, mis dudas con tu Palabra,
se convierten en seguras respuestas
Porque, mi camino huidizo y pesaroso
se transforma en un sendero de esperanza
en un grito a tu presencia real y resucitada
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Que, contigo y por Ti,
merece la pena aguardar y esperar
Que, contigo y por Ti,
no hay gran cruz sino fuerza para hacerle frente
Que, contigo y por Ti,
la sonrisa vuelve a mi rostro
y el corazón recuperar su vivo palpitar
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, contigo, mi camino es esperanza
Porque, contigo, amanece la ilusión
Porque, contigo, siento al cielo más cerca
Porque, contigo, veo a más hermanos
y siento que tengo menos enemigos
Porque, contigo, desaparece el desencanto
y brota la firme fe de quien sabe que Tú, Señor,
eres principio y final de todo. Amén.
Albina Moreno