3º Domingo de Cuaresma. Evangelio: Juan 2,13-25 No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre (Jn 2,16)
Hoy es un buen momento para mirar nuestra interioridad. Jesús quiere provocar un dinamismo de conversión en sus seguidores.
La alegría del Evangelio llega, primero, al interior de cada uno. Tu intimidad con Jesús te lleva al cambio, a la renovación. No tengas miedo de revisar tu forma de vivir la fe. Tu vida es la casa abierta del Padre, donde los pobres y enfermos son acogidos.
Jesús, tú que sondeas y conoces nuestros corazón, dinos si nuestro camino se desvía y guíanos por el camino recto. Acompáñanos!!!
Ahora te miramos, Jesús crucificado; tu entrega es fuerza y sabiduría de Dios para este mundo. Miramos tu corazón atravesado, fuente que llena de vida nuestro cántaro. Tú deshaces nuestro templo viejo y lo rehaces, como una eucaristía, para adorar al Padre, acoger a los que sufren, y partir el pan con los más pobres.