
3º Domingo de Cuaresma.
Evangelio: Juan 2,13-25
Hoy es un buen momento para mirar nuestra interioridad. Jesús quiere provocar un dinamismo de conversión en sus seguidores.
La alegría del Evangelio llega, primero, al interior de cada uno. Tu intimidad con Jesús te lleva al cambio, a la renovación. No tengas miedo de revisar tu forma de vivir la fe. Tu vida es la casa abierta del Padre, donde los pobres y enfermos son acogidos.
Jesús, tú que sondeas y conoces nuestros corazón, dinos si nuestro camino se desvía y guíanos por el camino recto. Acompáñanos!!!
Ahora te miramos, Jesús crucificado; tu entrega es fuerza y sabiduría de Dios para este mundo. Miramos tu corazón atravesado, fuente que llena de vida nuestro cántaro. Tú deshaces nuestro templo viejo y lo rehaces, como una eucaristía, para adorar al Padre, acoger a los que sufren, y partir el pan con los más pobres.

QUIERO SER TU TEMPLO, SEÑOR
Para que, en el sagrario de mi corazón,
habites y hables dándome el calor de tu Palabra.
Quiero, Señor, que vuelques la mesa de mi orgullo
y sea dócil al soplo de tu Espíritu.
Sí, Señor;
quiero ser un templo de tu presencia
para que levantes en mí la verdad y la justicia
la paz y la alegría, el amor y la misericordia.
Un edificio en el que sólo tengas cabida Tú
y, donde las piedras,
tengan el sello del perdón y la esperanza.

Un rincón en el que puedas reinar
y sentirte a gusto, un templo de tu propiedad.
Sí, Señor;
quiero ser un templo
del cual te puedas sentir orgulloso,
en el que no exista suciedad ni comercio alguno
en el que, Dios, quiera siempre vivir y nunca marcharse.

Quiero ser tu templo, Señor
Edificado sobre tus diez mandamientos
Señalado con la cruz redentora
Fortalecido con la sabiduría divina
Rejuvenecido por tu Gracia.
Sí, Señor;
si Tú quieres
deseo y te pido me hagas templo vivo
para que, un día y contigo,
aun siendo destruido por la muerte
pueda resucitar de nuevo.
Amén
ALBINA MORENO
