
Domingo 24° durante el año
11 de septiembre de 2016
Jesús les dijo esta parábola:
« ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?...
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?
También les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
"Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Las parábolas de la misericordia. En este texto aparecen tres parábolas en las que se manifiesta la cercanía misericordiosa de Dios relacionadas a la humanidad, desahuciada por su contracción del pecado de origen y sus derivados. Se ha perdido la oveja, también la dracma. La más dramática y conmovedora es la titulada tradicionalmente: del hijo pródigo.


Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió, y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo...
El Padre nos ve llegar, echa a correr a nuestro encuentro, nos abraza, se pone a besarnos, hace una fiesta. No nos deja ni hablar, ¡tanta es su alegría! Así nos muestra su misericordia.
A veces pienso que Él obra conmigo como si no tuviese a nadie más a quien amar (Isabel de la Trinidad).
Esa experiencia de amor perdonador es la que nos ayuda a creer y a perdonar con alegría.
