
Domingo de la Ascensión del Señor
Lucas 24,46-53
La oración es una experiencia de bendición. Jesús nunca nos deja solos. Sigue bendiciéndonos hasta el fin del mundo. Nos bendice en el Espíritu, el que nos ayuda a vivir con sencillez y verdad, con alegría y compasión, sin pretender ser grandes que humillan y fuertes que oprimen.

Que Dios... ilumine los ojos de vuestro corazón. Es con los ojos del alma con los que tenemos que mirar y ver la verdad de nuestra fe.
Con los ojos del cuerpo no seremos capaces de ver la esperanza a la que se nos llama, ni la riqueza de gloria que Dios nos da en herencia, tal como nos dice San Pablo en esta carta a los Efesios.
Sí, la Iglesia, y cada uno de nosotros, tenemos que vivir en este mundo como cuerpo de Cristo y esta fe es la que nos debe alimentar la esperanza y el amor para no desfallecer nunca y para actuar siempre de acuerdo con lo que nos dice nuestra Cabeza, que es Cristo Jesús. Esto sólo lo podremos ver con los ojos del corazón, con los ojos de la fe, que son con los que debemos mirar y ver siempre las cosas, a la luz del Espíritu.
albina moreno
