
El Papa Francisco,
La cuaresma, especialmente este año, apuntala esa idea del Papa. A veces la carcoma del individualismo, la fe relativizada, el amor resquebrajado, el pudor para hacer el bien, el cansancio o hastío caritativo y otras tantas razones hacen que esa viga- vaya debilitándose y necesite ser recuperada en su esencia, revitalizada y restaurada. No olvidemos que, el pilar central, es Cristo. De Él van saliendo esas vigas que sostienen toda iniciativa de la Iglesia en aras a brindarnos a los demás con generosidad y sin límites.

Primero: a cambiar en algo y, si puede ser, a mejor. La Pascua la viviremos con más vida si, nuestra existencia, la sabemos perfeccionar en estos cuarenta días que quedan por delante
Segundo: a recuperar nuestra amistad con Cristo. Muchas veces nos ocurre como con los amigos de a pie. Sabemos que están ahí pero apenas los recordamos. ¿Seremos capaces de sensibilizar nuestro interior ante lo que Jesús hizo por nosotros? ¿Somos conscientes de que subirá a la cruz por nosotros?
Tercero: este miércoles de ceniza nos invita a desplegar las actitudes del perdón y de la alegría, de la paz y de la reconciliación y, sobre todo, a arrojar de nosotros todo aquello que nos impide estar en armonía con Dios.
