Sin Cristo nada somos!
Cristo nos ha garantizado su amistad,
así que él puede de este modo entrar en nuestros corazones
y morar en ellos como una presencia personal,
no como un objeto, no como un qué, sino como un Quien.
Este Él es El que es,
está presente en las profundidades de nuestro ser como un amigo,
y como nuestro otro yo.
No habría salvación,
ni felicidad,
ni alegría,
porque estaríamos irrevocablemente separados de Dios,
la fuente de toda vida y alegría.
Debemos darnos cuenta, sobre todo,
de cuán inútil es el esfuerzo humano para agradar a Dios
sin Cristo.
No podemos salvarnos a nosotros mismos,
no importa cuán heroicos sean nuestros sacrificios,
sin Cristo.
Entonces, ésta es nuestra situación:
sin Cristo, estamos completamente separados de Dios,
no tenemos acceso a Él
Con y en Cristo,
todas nuestras vidas se transforman y santifican.
Nosotros predicamos a un Cristo crucificado
un Cristo fuerza de Dios
y sabiduría de Dios (1 Cor 1, 23-24).
No podemos entender totalmente esto si no entendemos el amor
y la compasión de Cristo por nosotros en nuestra debilidad.
Él es un amoroso Salvador
que ha descendido hasta nuestro nivel
para darnos su fuerza.
Thomas Merton