¿Cómo llamarte, llena de gracia?
Te llamaré cielo porque has hecho surgir
al sol de justicia.
Paraíso, porque en ti ha brotado la flor
de la inmortalidad.
Virgen, porque has permanecido inviolada.
Madre pura, porque has llevado en tus brazos
un hijo, Dios de todos.
Pídele que salve nuestras almas.
Himno Anónimo (ss V-VI)
El Sagrario es una mano siempre abierta y siempre repartiendo cosas buenas
¿Os enteráis bien, comulgantes y visitantes del Sagrario? ¡siempre! ¡siempre!
¿Sabéis lo que se necesita para recoger esas cosas buenas que se están repartiendo siempre en el Sagrario?
Una sola cosa: ir con el corazón abierto y volver con el corazón cerrado.
¿No es eso lo que hace nuestra mano cuando le ofrecen algo: abrirse para tomar y cerrarse para guardar?
Nuestro corazón queda abierto para el de Jesús en el mismo momento en que lo desaloja el amor propio.
Cuando se ve tantos amores propios triunfantes entre los comulgantes de Jesús, hay motivos para sospechar que no pocas veces lo único que encuentra abierto entre los suyos es la boca. ¡El corazón cerrado!
Y para el corazón precisamente son las cosas buenas que está repartiendo siempre la mano abierta del Sagrario
+Beato MANUEL GONZÁLEZ