Domingo XIV del Tiempo Ordinario
Evangelio: Mateo 11,25-30
DEBEMOS RECUPERAR LA ACTITUD EVANGÉLICA DE LA ADMIRACIÓN Y LA ALABANZA.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, Y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
DESCANSAR ES RECONCILIARSE CON LA VIDA; disfrutar del regalo de la existencia; reencontrarse con la vida; reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos. Para encontrar descanso no hay que recorrer largas distancias. BASTA RECORRER LA QUE NOS LLEVA A ENCONTRAR LA PAZ EN NUESTRO CORAZÓN. Si ahí no la encontramos, inútil buscarla en otra parte del mundo.
Cuando el corazón se siente amado, comienza la fascinante aventura de vivir, amar y servir. Con todos los pequeñitos de la tierra acudimos a ti, Señor Jesús. Ahora, en este momento, fijamos en ti los ojos, dejamos en ti nuestros agobios y cansancios, nos dejamos amar por Ti.
MI CORAZÓN CANTA AGRADECIDO
Señor, mi corazón rebosa de agradecimiento
por tantos dones y bendiciones tuyas.
No bastaría el canto del corazón y de los labios,
si no pusiera mi vida a tu servicio,
para darte testimonio con mis acciones.
A Ti la gratitud y la alabanza.
Tú me has sacado de la nada
y me has hecho tu elegido;
me has hecho feliz con tu amor y tu presencia.
No te conozco bien,
no conozco siquiera mis necesidades.
Pero Tú, ¡oh Padre!, Tú nos conoces por entero.
Soy incapaz de amarme a mí mismo
como Tú me amas.
Tú, ¡oh Señor! me has creado con un solo corazón,
para que sea para Ti, sólo para Ti.
Señor, estar ante Ti es lo más grato
que pensar se puede.
En este momento me presento ante Ti.
Acéptame cuando y como quieras.
Haz de mí según tus deseos.
Tú eres mío y yo soy tuyo.
Me has creado a tu imagen, de un poco de polvo,
y me has hecho hijo tuyo.
Honor, gloria y alabanza para Ti,
por los siglos de los siglos. AMÉN.