
Domingo de la solemnidad de
San Pedro y San Pablo.
Mateo 16,13-19
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
El Tú eres es la mejor respuesta al Yo soy. Tú. Tú eres quien nos abre los ojos, quien sostiene nuestros pasos. Tú eres quien da sentido a nuestros días y colorea de esperanza nuestros caminos. Tú eres quien nos vive por dentro. Tú eres el gozo del alma. Tú eres música de amigo, ternura de madre, fortaleza de espíritu, valentía apostólica para anunciar tu Evangelio. Tú eres compasión para nuestra debilidad, agua viva para nuestra sed. Tú eres el rostro del amor. Tú eres pan para todos los empobrecidos del mundo, justicia que se enfrenta a la injusticia, sueño de fraternidad contra toda desigualdad, Tú eres evangelio de esperanza para el mundo. Tú eres nuestro Dios y Señor.

SAN PEDRO Y SAN PABLO: SERVIR ANTE TODO
-Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia
-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre
-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador! Como recientemente nos ha recordado el Papa Francisco, fueron personas (cristianos) contracorriente.
- En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y hasta le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la Pascua.
-Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse quedado encerrada en las cuatro puertas de Palestina

-En uno sobresale aquello de ser amigo de sus amigos. No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras, pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús, le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.
-Con el otro, Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser fan y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.

Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un sí uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, a un enamorado de la causa de Jesús. Dos personas distintas con un mismo denominador común: JESÚS... ¡TODO POR JESÚS!
