
La festividad de San Pedro y de San Pablo
llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los primeros pasos de nuestra era cristiana, tomando cuerpo en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana.
Era la hora de la verdad:
-De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la tierra
-De pasar del dicho al hecho.....incluso vertiendo la sangre
-De no seguir con miradas perdidas en el cielo
-De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado.

SAN PEDRO Y SAN PABLO
-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre
-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador! -Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra vida cristiana. Como Pedro, a eces corremos el riesgo de quedarnos con y en los nuestros. Como Pablo, qué bien nos vendría si Dios nos tirase de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira, debilidad, falsos prejuicios, cobardía.....) para aventurarnos a lo nuevo sin miedo.

SAN PEDRO Y SAN PABLO
-En uno sobresale aquello de ser amigo de sus amigos. No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras.....pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús...le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.

-Con el otro....Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser fan y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura...cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.
Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un sí uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, pasó a ser un enamorado de la causa de Jesús. Dos personas distintas con un mismo denominador común: Jesús... ¡todo por Jesús!
Albina Moreno
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