
Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Jesús sabe que la paz verdadera, la paz de resurrección, pasa por la guerra a la injusticia egoísta, guerra a la falta de libertad, guerra al exceso de libertad o libertinaje, guerra familiar por las divergencias intergeneracionales de padres, hijos y nietos, con estadios o estados de vida no cristianos al valorar de distinto modo lo bueno y lo malo; guerra, en fin, al mal para la paz del bien.

La presencia de Cristo, la Verdad que viene de Dios para contrarrestar el error sistema de engaño y fraude instalado por el mismo hombre responde a la dramática necesidad de redención que parece hacerse más urgente en este inaugurado siglo XXI.
Las expresiones de Jesús son claras y no se prestan a ser interpretadas por el uso arbitrario de los ideólogos de turno. Cristo es la Verdad que el hombre necesita para encontrar su propia verdad y vivir en ella.
De otra manera descenderá a los niveles más bajos de la hipocresía, sin saber servir y administrar la justicia, convirtiendo el cumplimiento de la Ley en una meta inalcanzable.
Jesús quiere seguidores definidos, sin medias tintas, sin navegar a dos aguas, nos quiere a nosotros consecuentes con su doctrina, Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició nuestra fe, Jesús ; que todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado
Para ser abanderados de la paz y del bien, a veces tenemos que guerrear contra el mal del hambre, de la violencia, defendiendo los principios naturales, humanos, de recta razón, sobre los que se construyen los valores cristianos. Pidamos en esta Eucaristía ser constructores de la paz en la viña del Señor. Dicho con palabras de san Agustín, haz lo que puedas, pide lo que no puedas y Dios hará que puedas.
