
Me guiaste porque te
constituiste en mi esperanza
Oísteis que fue tentado, que padeció y resucitó; por lo mismo, se constituyó en nuestra esperanza. ¿Qué nos decimos cuándo leemos estas cosas? Dios no nos condena, pues por nosotros envió a su Hijo a ser tentado, a ser crucificado, a morir y a resucitar; Dios no nos condena, pues por nosotros no perdonó a su propio Hijo sino que le entregó por todos.

Lleva con paciencia la que vives y conseguirás la que aún no has conseguido. ¿Cómo la llevarás con paciencia? No dejándote vencer por el tentador. Cristo te mostró con sus trabajos, tentaciones, sufrimientos y muerte, la vida que actualmente vives; con su resurrección te mostró aquella en la que has de vivir.

Sólo conocíamos al hombre que nacía y moría; desconocíamos al hombre que resucita y vive eternamente. Tomó lo que conocías y te manifestó lo que ignorabas.
Por eso se constituyó en nuestra esperanza en las tentaciones y tribulaciones. Oye al Apóstol que dice: No sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación labra paciencia; la paciencia, probación; la probación, esperanza y la esperanza no confunde, porque la caridad de Dios ha sido difundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

Luego el que nos dio el Espíritu Santo se constituyó en nuestra esperanza, y por eso ahora caminamos en esperanza; pero no caminaríamos si no esperáramos
San Agustín, Sobre el salmo 60, 4
Albina Moreno
NADA TE TURBE
