
EL PATROCINIO DE SAN JOSÉ,
19 DE MARZO
Así como Dios había constituido Gobernador de toda la tierra de Egipto a José, hijo del patriarca Jacob, a fin de guardar el trigo para el pueblo, de la misma manera, llegada ya la plenitud de los tiempos en que debía enviar a la tierra a su unigénito Hijo para la salvación del mundo, escogió otro José, de quien el primero había sido figura, y le hizo príncipe y Señor de su casa y posesión, y custodio de sus principales tesoros, puesto que él estuvo desposado con la Inmaculada Virgen María, que por virtud del Espíritu Santo dio a luz a nuestro Señor Jesucristo, quien se dignó pasar entre los hombres por hijo de José y estarle sujeto. Así es que este afortunado José, no solamente vio, sino que habló familiarmente, abrazó y beso con afecto de padre, a Aquel a quien muchos reyes y profetas habían deseado ver; y con amorosa solicitud alimentó al mismo que el pueblo fiel había de recibir para alcanzar la vida eterna, como pan bajado del cielo.

Por razón de esta sublime dignidad que Dios confiriera a este su fidelísimo siervo, la Iglesia ha tributado siempre a José los primeros honores y alabanzas después de los que se deben a la Madre de Dios, la Virgen su Esposa, así como ha acudido a su valimiento en los trabajos y angustias. Mas como en nuestros tristísimos días, esta misma Iglesia, perseguida por todas partes de sus enemigos, se halla agobiada bajo tan grandes calamidades, que a juicio de los impíos las puertas del infierno van por momentos a prevalecer contra ella, por esto los Venerables Obispos de todo el orbe católico presentaron al soberano Pontífice sus ruegos y la de los fieles confiados a su solicitud pastoral, con los que le suplicaban se dignase declarar a San José Patrono de la Iglesia Católica.

Posteriormente habiendo sido renovadas estas mismas súplicas y votos con la ocasión del Sacrosanto ecuménico Concilio Vaticano, conmovido nuestro Santísimo Papa Pío IX por los recientes y lamentables acontecimientos, ha determinado secundar las aspiraciones y los deseos de los Prelados, para confiarse de este modo a sí mismo y a todos los fieles al poderosísimo patrocinio de San José, y en su consecuencia, le ha solemnemente declarado Patrono de la Iglesia Católica
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