
Domingo 2º de Navidad.
Evangelio: Juan 1,1-18
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.

La Palabra era vida y la vida era la luz de los hombres. Pero, las Navidades, con sus luces y sus colores, sus adornos y el afán por consumir puede que, lejos de ser una escalera por la que acceder para ver más y mejor la LUZ se conviertan en un obstáculo para no vivir según esa LUZ DE DIOS.
Hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre Miramos a Jesús y lo vemos totalmente disponible para el hombre. Miramos a Jesús y descubrimos en Él a un amigo junto al que se va gestando nuestro ser más verdadero. Miramos a Jesús y, en Él, nuestros horizontes estrechos se dilatan, nos crece la esperanza. Miramos a Jesús y Él nos dice el amor, eso es orar.Nos miramos a nosotros, tan amados, y queremos decirle y cantarle nuestro amor, eso es orar. Al poner en el centro a Jesús ponemos en el centro al hombre y su historia, a los pobres y pequeños. Afortunadamente, no hay otra salida, no hay otra manera de ser amigos de Jesús.
Albina Moreno