
DOMINGO SEXTO DE PASCUA DE LA
ESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Evangelio Juan 14, 23-29

Promete el Señor: «haremos morada en él». Sabe perfectamente el Señor Jesús que en lo profundo del corazón humano existe una necesidad o hambre de amor y comunión. Sabe también que esta profunda necesidad no hallará su plena satisfacción sino en la comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Quien ha creado al ser humano para la comunión en el amor, es en sí mismo Comunión de Amor. Sólo Él puede resolver esa profunda necesidad que experimenta su criatura humana. Sólo en la comunión de amor con Dios el ser humano puede alcanzar su completa realización y felicidad.

El Espíritu Santo es quien ayudará a los discípulos a comprender a fondo el Evangelio, a encarnarlo en la propia existencia y a hacerlo vivo y operante a través de su testimonio personal.
Por el Espíritu Santo Él permanecerá en y con su Iglesia «todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).
Los Padres de la Iglesia nos enseñan:

San Agustín: «Si buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El Apóstol Pablo nos enseña de manera aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios dice ha sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que se nos ha dado».
San Gregorio: «La prueba del amor está en las obras: el amor a Dios nunca es ocioso, porque si es muy intenso obra grandes cosas, y cuando rehuye obrar ya no es amor».
En la Pascua ponemos los ojos en María, la mujer en la que ha resucitado el amor. Ella nos enseña a guardar en el corazón la Palabra de Jesús. Guardar la Palabra y amar Jesús es lo mismo. Cada mañana abrimos el oído para escuchar a Jesús, palabra de amor del Padre que no se agota nunca. Es lo primero que hacemos: llenarnos de vida, permitir que el amor de Jesús se siembre en nuestro surco. Espíritu Santo, despierta en mí melodías para Jesús, palabra del Padre.
Albina Moreno
NADA TE TURBE