
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de los discípulos le dijo:
-- Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
Él les dijo:
-- Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que no debe algo, y no nos dejes caer en la tentación
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; por que quien pide, recibe; quien busca, halla; y al que llama, se le abre.

Jesús nos da a su Abbá, nos invita a decir Padre, nos ayuda a confiar en el abrazo del Padre y a confiarle lo que nos preocupa. Para orar no hacen falta muchas palabras, solo necesitamos decir: Padre, llamar al que nos engendró y nos dio la vida, estar con quien sabemos nos ama. Jesús nos revela que el Padre es nuestra verdad más bella y entrañable, nuestra inspiración más creativa. Nos invita a orar al Padre con Él.

Con el Abbá en el corazón, todo se ve de otra manera, la vida tiene otro sentido.
El Abbá es nuestra confianza; Él nos prepara, en medio del dolor, para el parto de una vida nueva, para un abrazo que no tendrá fin.
Orar es atrevernos a ser lo que somos por gracia, a pedir como creyentes, a buscar el reino como gentes de esperanza, a llamar a las puertas del Amor.

buscando, lo que en la tierra, los sentidos
no me dejan ver o percibir con claridad:
tu presencia, Señor.
Levantaré mis manos hacia Ti
porque, si las utilizo sólo para el mundo
caeré en la simple actividad vacía de contenido
pero sin señales de eternidad.
Abriré mi corazón y, con él, mis entrañas
para que, en diálogo sincero contigo
me digas qué camino elegir
por dónde y cuándo avanzar
de que equivocaciones retornar
y en qué he de cimentar mi vivir.
seguiré rezando y hablando contigo
Aunque, pasen los días, y las nubes sigan presentes
Aunque, discurran las noches, y las estrellas no brillen
Aunque, amanezca la aurora, y el rocío no me sorprenda
Aunque pida calma, y las tormentas, asolen mi alma
¡A TIEMPO Y A DESTIEMPO!
Confiaré en Ti, Señor, porque eres palabra que nunca falla
Eres tesoro y eres vida, eres ilusión y eres esperanza
Eres futuro y eres presente
Eres amigo que, en la oración, consuela, levanta
anima, recompone, fortalece y se entrega
Contigo, Señor, hasta la muerte
Contigo, Señor, a tiempo y destiempo. Amén
