
La inocencia que, siendo bueno,
aparece como culpable
el delincuente como honesto
y, el justo, odiosamente maltratado

La humillación sin límite
y, la voz del que ya no dice nada,
en nombre de aquellos que son silenciados
acallados y apartados en un mundo arrogante
CUÁNTAS COSAS NOS REVELAS, OH CRUZ
Dios, una vez más, desciende y asciende
Desciende ante los ojos de mundo,
envuelto en llanto y sangre
Y asciende, en un madero,
como precio del rescate para todo hombre

CUÁNTAS COSAS NOS REVELAS, OH CRUZ
Cesan los griteríos,
¿Dónde están sus amigos?
No se escuchan los cantos,
¿Dónde las palmas, músicas y los júbilos?
No hay milagros aparentes
¿Dónde la fe de los que fueron favorecidos?
CUÁNTAS COSAS NOS REVELAS, OH CRUZ
Soportas nuestros sufrimientos
Aguantas nuestros dolores
Cuelgan de ti nuestros pecados
Depende de ti la mañana radiante de la Pascua
Cargas, en tu agrietada madera,
nuestra existencia, a veces, cómoda y vacía

Dios se hace solidario con nosotros
Vive, lo que nosotros viviremos
pero, por la muerte de Jesús en ti, cruz
un día nos levantaremos en triunfo definitivo
Agradecemos tu amor, oh Dios
Bendecimos la Santa Cruz de Cristo
pues, bien sabemos que en ella
nos vino el fruto de la Redención. Amén.
(Javier Leoz)
