
Adviento - Ciclo C - Evangelio: Lucas 3,1- 6
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos
¿Y cómo lo haremos? Buscando en estos días el silencio interior para escuchar la Palabra en los adentros; mirando a María, para descubrir en Ella señales de esperanza; viviendo nuestra fe en comunidad para experimentar el ánimo de los hermanos; yendo al encuentro de las necesidades de los más pobres.
Nos arrimamos, poco a poco, a la gruta del pesebre donde Dios renovará una vez más su alianza y su amor con nosotros: se hace Niño.
Hay alguien que, precisamente, nos mide la altura de nuestra esperanza: Juan Bautista. No lo hace en cualquier ciudad o al margen del hombre. Hoy, como entonces, se acerca al desierto de nuestra existencia, de nuestro vivir y de nuestras contradicciones reclamando algo tan esencial como la conversión.

-Conversión en nuestra adhesión a Cristo. Sólo viviremos una Navidad cristiana si nos planteamos qué lugar y qué papel juega la fe en nuestro día a día.
-Conversión en nuestra forma de vivir. La timidez o la sordina en nuestros ideales cristianos no son buenos acompañantes.
-Conversión del ruido al silencio. Sobran palabras y hacen falta silencios para escuchar ya no sólo a Dios sino, incluso, para escuchar lo más hondo de nuestras personas.

¡Ven, Señor, y no tardes demasiado!
Estamos cansados de tantas promesas falsas
A cada momento nos asaltan dudas,
incertidumbres, fracasos, bofetadas,
traiciones, desencuentros, engaños.
¡Ven, Señor, no te demores!
Pensamos haber atinado el futuro,
y estamos inmersos en constantes fracasos.
Creemos ser portadores de humanidad,
y aniquilamos, una y otra vez,
inocentes y víctimas de nuestro vivir opulento.

¡Ven, Señor, no retrases tu llegada!
Porque, entre otras cosas, sentimos que la tiniebla
se impone con más rapidez que la misma luz,
que los engaños se disparan a más velocidad
que la verdad que pide y exige el hombre
¡Ven, Señor, y endereza nuestros caminos!
Haznos buscar un desierto en el que hablarte
Un desierto en el que encontrarte
Un desierto en el que buscarte
Un desierto en el cual poder escucharte
¡Ven, Señor, y allana nuestros senderos!
Rebaja nuestro orgullo, para conquistarte con humildad
Alisa nuestra dispersión, para quererte sólo a Ti
Pule nuestro vivir, para que tengas más cabida en él
¡Ven, Señor, y no aplaces tu vuelta!
Entre otras cosas, porque cada día que pasa,
sentimos que el mundo está más herido de muerte
si Tú le faltas por dentro
si Tú no le envías tu esperanza y tu aliento
¡Ven, Señor, y acelera tu llegada!
