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Domingo 6º de Pascua.
Evangelio: Juan 14,15-21
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El verdadero amor es siempre una revelación, porque el amor es comunión y presencia interior en la persona amada. Dos personas que se aman viven siempre presentes la una en la otra. Esta presencia interior tiene necesariamente consecuencia en la vida exterior, porque el amor verdadero se demuestra con obras de amor. Si Cristo se nos revela es que está dentro de nosotros y, en consecuencia, nuestra conducta deberá ser una revelación de Cristo ante los demás. Ser apóstol de Cristo es esto: revelar a Cristo a las personas que nos ven y nos oyen. Un amor interior a Cristo que no se revelara al exterior no sería auténtico amor de Cristo, porque no sería un amor apostólico y evangelizador. Todo amor cristiano debe ser amor evangelizador, como fue el amor de Cristo hacia sus discípulos.
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POR TI, SEÑOR, LO HARÉ
Miraré hacia el cielo cada vez que me encuentre
en cruel batalla con mi soledad
Buscaré respuestas en tu Palabra
cuando el discurso del mundo sea promesa hueca
Aceptaré tus mandamientos,
porque al aceptarlos, reverenciarlos y vivirlos
sé que se encuentra el secreto para dar contigo
para amar al Padre y vivir en el Espíritu
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POR TI, Y PORQUE LO NECESITO, LO HARÉ SEÑOR
Albina Moreno
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