7º Domingo del Tiempo Ordinario
Mateo 5, 38-48 Si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraor¬dinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es per¬fecto. ¿Se puede amar por obligación o el amor brota espontáneamente? Jesús ya respondió en su Sermón de la Montaña, pero lo vuelvo a aclarar: quien desea imitar a Dios sabe que está obligado a amar como él, y eso implica amar y perdonar por sobre todas las cosas. Amar solo a quienes nos aman, a los que son simpáticos o nos caen bien, es amar con un amor meramente humano y eso no tiene ningún mérito porque incluso hasta los no creyentes pueden hacerlo, pero amar a los enemigos es amar con el mismo amor de Dios, y eso sí tiene mérito porque es parecerse a Dios. Ese es nuestro toque de distinción.