Tiempo para sumergirnos en el misterio
de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Este domingo la Iglesia nos recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual.
El siervo está envuelto en dolor, pero tiene confianza en Dios, por eso, a pesar de todo, narra con su silencio la gloria de Dios y en la cruz entona un cántico de alabanza al Padre del amor. Canta tú, en medio de toda noche, al Padre que sufre y llora con su pueblo.
Jesús se vacía del todo, lo entrega todo. Se hace semejante a los despojados de todo. Dios, en él, se queda sin nada, todo lo da por amor. Dale a Cristo el cariño de tu adoración. Da gloria al Padre y al Espíritu Santo.
En torno a una mesa
Detrás de la entrega de Jesús se adivinan la figura del Padre y del Espíritu, que también se entregan por amor a la humanidad. Ahora sí que queda culminada la creación. Da gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y ofrece una respuesta con tu vida a tanta entrega.
En torno al pan partido y a la copa repartida los discípulos aprenden a dejar el dominio sobre los otros para llegar a ser hermanos. El dominio deja paso al servicio. Proyecta tu vida como servicio libre y gratuito a los demás.
Albina Moreno
NADA TE TURBE