
Domingo de Emaús
Lo reconocieron al partir el pan. Es el gesto entrañable, el estilo único, la manera caritativa y bella de Jesús. Tiene que ser él; nadie más parte así el pan, nadie lo agradece como él, nadie lo bendice y nos bendice como él. ¡Qué hermosura, qué dulzura, qué ternura! Iglesia de Dios: ¡alégrate en Cristo, gózate en su Pascua, reconócelo en el Pan!

La ruta de Emaús sigue los pasos
de un hombre que camina:
¡qué bueno si llegara y fuera el Otro
que dos tristes amigos necesitan!
Y el Hombre aquel que todo lo escuchaba
y amándoles ardía,
pidió el mismo camino amablemente,
y fueron tres andando en compañía.

Hablar en amistad es cual liturgia
que alumbra y purifica,
y Dios se desvelaba porque es nuestro,
tan fácil de acoger su voz sentida.
Y son nuestras palabras frases suyas,
por él dichas y escritas;
de pronto el Transparente ante ellos era
la luz que está en la Ley y Profecía.

De pronto fue evidencia en el Espíritu,
en fe la nueva vida;
y el cuerpo don dulcísimo y perenne,
Jesús viviente, carne Eucaristía.
Cercana Trinidad, que eres la casa
en donde se respira,
¡oh Dios amor, presencia circundante,
a Ti la adoración agradecida! Amén.
P. Rufino M. Grández
