
QUE TE SIGA SIEMPRE, SEÑOR
Inclinando la cabeza por aquel momento
divino y humano, leal y radical
en que tú la inclinarás por mí desde la cruz.
Que recuerde que, sin Ti, nada soy
y que, contigo, puedo ser rescatado
de tantos infiernos que queman mis entrañas
consumen mis anhelos más divinos
o acaban con mis proyectos de perfección